Depardon me dejó impactado. Es de los pocos que me deja sumergirme en sus tomas de lleno. Mueve la cámara y me muertra justo lo que necesito ver en el momento idóneo. Siento que es una cámara muy cerebral, va hilando cosas mientras las vá viendo desarrollarse frente a ella. Pero a la vez es áltamente estética. Nunca deja un cuadro sucio, y sin titubear, descansa la mirada en un plano que podría parecer fríamente calculado. Quizas solo me haya sucedido a mí, pero el hecho de que la cámara sea como es en sus filmes, jala toda mi atención. Podría en este sentido ser una espada de doble filo pues a pesar de que me haya enamorado completamente de la estética, no me fijé en nada más.
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